Autor: ...:::Angel Of Sorrow:::...
La
luz de la sala era tenue, una vieja lámpara colgante, supongo que estos
soldados no se preocupan por los detalles decorativos, pensaba Richard Hub
mientras permanecía atado a una silla. El Coronel Gallows le impartió una
terrible bofetada de revés haciendo sangrar sus labios nuevamente, ¿Dónde está
el resto de tu equipo? Pregunto con voz grave y serena. Richard, lo observó un
instante, como si lo midiera para propinarle un puñetazo, finalmente dijo, no
sé de lo que habla usted coronel.
la
sala era relativamente pequeña y solamente se encontraban en ella la silla en
el medio, a la que Hub se encontraba atado, el Coronel y dos guardias armados
con fusiles en la puerta. Otro golpe impacto en su mejilla derecha, Creo que le
hice una pregunta señor Hub, replicó la grande y sombría figura del viejo coronel Enderezando su cuello, Richard contestó: ni siquiera sé porqué estoy
aquí. El coronel dejo escapar una pequeña risa de sorpresa y luego caminando
lentamente se paro tras Hub que permanecía atado, “Señor Hub, cree usted por un
solo instante que no advertimos su ingreso al país con documentación
falsificada?; piensa usted por un momento que nuestras filas son tan, como
decirlo, Ineficientes… como para que usted pueda alistarse sin que nadie
conozca su procedencia?. Vamos señor Hub, denos algo de crédito, después de
todo lo atrapamos, no es cierto?”.
Coronel,
dijo Hub, Hagamos esto más sencillo, ponga una bala en mi frente y terminemos
con esto, no puedo decirle lo que no sé. El coronel largo una profunda
carcajada, “Oh no señor Hub, eso no va a suceder… al menos no por ahora”, dijo
y se acariciaba el mentón pensativo.
Además,
continuó, un espía y traidor como usted no merece el beneficio de una muerte
“sencilla”, no después de lo que ha hecho. ¿Y qué es lo que precisamente he
hecho coronel? Dijo Hub, sereno, si es que puede usted decírmelo por lo menos
así sabre porque voy a morir hoy aquí.
Bueno,
contestó el coronel ya que insiste usted en desconocer sus hechos, voy a
decirle brevemente porque usted está aquí…y porqué no va a volver a ver la luz
del día. Para empezar, es usted un espía de nuestro ejército enemigo, motivo
más que suficiente como para retenerlo, luego, fue usted quien dispusiera el
artificio explosivo en la embajada que acabaría con nuestro primer ministro y
su esposa. Eso sin mencionar que hubo bajas civiles como efecto de la
explosión.
Muy
bien dijo Hub con aire flemático, no voy a negarlo, si eso le satisface, además
ya estoy cansado de resistir. Soy un enviado para sembrar el caos a su gobierno
tirano que arrasó la frontera asesinado a todo aquel que se cruzara en su
camino, poblados enteros reducidos a escombros…mujeres y niños por igual. ¿Le
parece poco noble de mi parte Coronel Gallows?, le conozco bien, es usted un
maldito sin sangre en las venas… le he estudiado a usted y a su ejercito de
bestias antes de venir aquí. Siempre supe a lo que me enfrentaba.
Venganza
señor Hub, ¿es ese su motivo?, ¿algo tan pueril y poco trascendente como la
venganza?, me sorprende que alguien de sus cualidades y gran formación
académica y militar sea llevado al cautiverio pro semejante sencillez.
Y
¿qué es lo que hoy lo impulsa a usted a retenerme aquí y no haberme ejecutado
en el acto?, dígame usted, coronel.
Mensaje.
La oportunidad de poder enviar un mensaje a nuestro adversario. Algo por demás
penetrante en los corazones de los suyos, señor Hub. Tiene usted que entender
que una guerra no se gana solamente con munición, existe también un arma que
penetra directamente en las voluntades de los hombres sembrando el miedo. Se
trata de los mensajes, Hub, aquellos que demuestran poderío e inmutabilidad,
que entregan la sensación de estar enfrentándose a algo realmente imparable e
imponente.
Pierde
usted el tiempo Coronel nadie hará caso a sus mensajes, nos subestima
realmente. Además ya tiene usted lo que quería, le he dicho que fui yo quien
activo ase bomba.
No
tan rápido, Hub, hay mas de usted y de su “nación” que pretendo averiguar. Para
empezar su foja de datos esta bastante incompleta lo cual nos limita un poco
el conocimiento sobre su gente y para serle honesto aún no hemos llegado a lo
más entretenido de nuestra charla.
Richard
Hub levantó su mirada hacia los ojos fríos del Coronel Gallows, sonrió con
sorna y dijo, “Y piensa usted que a mi me encantará compartir una charla de té
junto a usted?”, “Porque no manda a traer las galletas y se usted tomando
asiento?”.
El coronel frunció el ceño y descargo un puñetazo seco a la mandíbula de Hub. “No
me presione Hub, aquí adentro no hay tratados internacionales que lo protejan
de nada, solo se hace mi voluntad. Le recomiendo que piense usted en ser un
poco más, como decirlo, “complaciente” al respecto. Se evitará usted unas
cuantas sorpresas poco agradables”.
Hub
alzo nuevamente su mirada, Disculpe usted coronel, es que desde hace un largo
rato no logro distinguir entre sus puños y su lengua. Ambos suenan igual de
convincentes e inútiles para mí.
El coronel Inspiró lentamente, un semblante calmo se apoderó de su rostro.
¿Realmente esta usted buscando que lo mate a puñetazos, cierto?, eso no va a
suceder Richard, seré viejo pero no soy estúpido… quizás algo impulsivo, pero
no lo suficiente como para seguir sus juegos.
El coronel se dirigió a uno de sus guardias y pidió una silla, sin voltearse hacia
Hub, le dijo, ahora que nos serenamos un poco, Richard, que tal si usted y yo tenemos digamos…lo que queda de esta charla, de una manera mucho más amena.
Hub,
dejo escapar un breve suspiro, y se dirigió a Gallows, Bien Coronel veamos que
es lo que pretende, supongo que no tengo demasiadas alternativas.
Bien,
bien, Richard, va a usted entendiendo de que se trata todo esto… creo que ya no
hará falta que lo golpee otra vez. Aunque no puedo prometerle nada. El coronel lo miraba fijamente con cierto aire de satisfacción en sus comisuras.
Si
usted me va a llamar por mi nombre de pila, supongo que usted puede decirme el
suyo. Se dirigió Richard Hub al Coronel Gallows.
Cómo
usted quiera Richard, creo que puedo darle ese gusto, ya que no podré
convidarle un cigarrillo… a menos que pueda usted fumarlo maniatado. Mi nombre
es Gustav, Coronel Gustav Gallows del ejercito del Oeste.
Guárdese los galones para usted Coronel dijo Richard, En este momento carecen de
importancia, lo único que yo puedo ver aquí es que usted está libre Gustav y yo
no.
Golpearon
la puerta, los guardias abrieron y dejaron entrar a un joven furriel que
transportaba una silla.
Déjela aquí, dijo el Coronel Sí señor, replico el furriel y salió inmediatamente de
la habitación. Los guardias cerraron nuevamente la puerta. Gustav Gallows, tomo
la silla y se sentó con el respaldo junto a su pecho munido de medallas. Apoyo
los brazos en el borde del mismo y se prendió un cigarrillo. Richard Hub
observaba con un aire de resignación y tristeza.
Bien
Richard, necesito saber más de usted, le recomiendo que sea claro, pues me
encuentro cómo en esta posición y no tengo deseos de levantarme y tener que golpearlo repetidas veces. Ahora veamos, empecemos con un poco de rutina…
¿Quienes eran sus padres?, ¿por qué decidió llevar a cabo el atentado?, ¿Cuáles
son sus estudios?, ¿Con quienes trabaja?...
Vamos
Gustav, no me haga perder el tiempo, pregunte lo que realmente quiere saber.
Que yo no tenga más opción que escucharlo no significa que sea placentero
jugar a sus juegos de preguntas y respuestas.
Pero
Richard, ¿acaso está usted con prisa por ir a algún lado?, yo no lo creo, por
qué no se relaja un poco, joven, y coopera un poco más.
Bah,
no vamos a llegar a nada así Gustav. Pero bien, ¿quiere usted saber cosas que
no le servirán para nada?, con gusto le diré: Mis padres fueron dos granjeros
de l borde de la frontera, y sí, son
parte de los territorios arrasados por sus marionetas. Realicé aquél atentado
para asesinar al cerdo de su Primer ministro, a él le debía una doble deuda de
honor. Soy graduado del departamento de Ingeniería militar y las personas que
“trabajan” conmigo, por así decirle, no las conozco.
Bueno
Richard, esto se va poniendo interesante, vayamos por orden… dijo usted que
tenía una doble deuda de honor?...
Si
Gustav, eso dije, supongo que puedo decírselo, no mancillará mi honor hacerlo.
Ese Animal que usted llamaba Primer Ministro fue quien dío la orden de avanzar
a su ejeército, por consiguiente mis padres y toda la franja del borde del este
quedo arrasada. Ese hombre es el responsable de la muerte de mis padres, y de
muchos otros padres, hermanos, hijos, hijas. Ese hombre fue quien nos declaró
la guerra con fines territoriales. Considere mis actos como una devolución
personal y una defensa patriótica.
Alguien
golpeó la puerta en ese instante, un hombre calvo y alto, de aspecto sombrío se
ingresó en la sala y se acerco al Coronel Gallows. Sin levantar demasiado la
voz, le dijo, “Oficial especial de Inteligencia, Maurice Howitz se reporta, Coronel
mañana tendrá un dossier completo del Espía Richard Hub, nuestras fuentes han
terminado de recopilar toda la información pertinente y ha sido clasificada
como de alto nivel militar. Lo que usted tiene aquí, maniatado y magullado, es
una verdadera joyita. Se lo aseguro Coronel ahora si me disculpa”.
Muy
bien Howitz, retírese esperaré su informe y el dossier mañana por la mañana en
mi oficina. Ahora, Richard, volviendo a lo suyo… dónde estábamos… ah, si, su
motivación personal contra el Primer Ministro. Bueno quizás le alivie saber que
usted consiguió lo que buscaba, pues el primer Ministro, el canciller y sus
esposas, realmente quedaron como una marca en nuestra historia. Si me permite
usted agregar, Richard, y antes de que usted se digne en sonreír tenga
presente que en aquel atentado usted asesinó a más gente. La explosión produjo
bajas civiles de unas quince personas más. Todos jóvenes y adultos, ningún
niño, pero si había allí alguien más, alguien muy importante, alguien que no
debió usted asesinar.
Gustav,
si su ejercito hubiese tenido que seleccionar a aquellos que realmente suponían
una amenaza, no hubiesen asesinado a mis ancianos padres. Ni a todos los niños
y mujeres que habitaban la zona.
Es
verdad Richard, pero eso no va a devolverme a mi Hija. Treinta años de belleza,
que se esfumaron por su venganza. Si no lo ejecuto aquí con mis propias manos,
es porque usted todavía me és útil Pero entienda que no hay dolor más grande
que perder un hijo y yo he perdido dos. Mi mujer tuvo mellizos, ella y el varón
murieron en el alumbramiento, solo quedó mi hija. Lamentablemente para usted,
Richard, quien lleva la ventaja soy yo, y estoy de este bando, no del suyo. No
hace más legítimo mi dolor, pero me da la posibilidad de asestar los golpes
finales y salir victorioso.
Es
una manera práctica la suya Gustav, de desligarse del horror que su gente
siembra sobre el otro lado de la frontera, una forma burda de legitimar sus
aberraciones. Aún así yo mismo me he convertido en un horror y he causado la
muerte de gente que podría haber sido la mía, pero la guerra no nos da tregua
ni opción. Cuando uno entra en el juego, ya no hay vuelta atrás y solo queda la historia como gran juez del vencido por el vencedor.
Cierto,
muy cierto Richard. Es una pena que un hombre como usted estuviese del lado
equivocado de la vida. No nos quedan morales que sopesar ni honores, ni
motivaciones, ni legitimidades y es un hecho que usted esta allí y yo aquí.
Quisiera que retomáramos las preguntas iniciales. Dígame dónde se encuentra el
resto de su equipo y con quiénes trabaja.
Ya le
he dicho Gustav, no los conozco, de hecho entré solo al país, construí y
dispuse el artefacto yo solo. Fue necesario tiempo pues si compraba todos los
materiales en una sola vez, levantaría sospechas. Así que muy de a poco fui
reuniendo todo lo necesario, realizando trabajos pequeños de inteligencia pude
determinar el lugar y la hora. Con respecto a mis compañeros, no los conozco,
siempre nos manejamos a través de mensajes cifrados y nunca nos hemos visto los
rostros. Cada uno llevaba su propio nombre, yo era el artificiero, quien nos coordinaba era el panóptico, quien entregaba información era el receptor… y así
sucesivamente, toda una pequeña organización anónima, preparada para resistir
la captura de cualquiera de sus miembros.
Supongamos
por un instante que todo esto es cierto Richard, y que nada ganaré con
destrozarle lentamente y de a partes muy pequeñas, solo para que me diga todo
lo que sabe. Habrá comprendido ya que no soy un hombre que se caracterice por
mentir o por hablar demás y que realmente llegaré al fondo de su organización
aunque tenga que cazarlos como ciervos. Quizás podría evitar ser tan brutal,
pero dada las circunstancias y las personas que se han perdido en el atentado,
no me dejan más alternativa.
¿Es
por su hija, no Gustav? Le importa un bledo el primer ministro y su canciller.
¿Qué hay del discurso de la venganza?, ¿que hay de los mensajes?, dice que nos
va a cazar como ciervos, pero nada tiene que ver con su patria.
Y dígame Richard, ¿acaso usted no ha hecho lo mismo?, ¿sería diferente todo si
fuese yo quien estuviese en esa silla, atado como un animal?... claro que no…
usted y yo somos de la misma madera. Aunque se llene usted la boca hablando de
patriotismo, no puede evitar sentir que todo esto es porque le han arrebatado
lo único que usted tenía.
Sí, y
es lo mismo para usted Gustav! Ojalá la amargura que me carcome a mí, se lo
lleve a usted al mismísimo infierno. Tarde o temprano Gustav, tarde o temprano
usted se descubrirá víctima de todo lo que ha perseguido.
No
creo que esté usted en posición de amenazar Richard, además, no hay nada que
usted pueda decir que me haga abandonar mis deseos de aplastarlos como
insectos.
Usted
no es mejor que su primer ministro, Gustav! Ese perro maldito que en las
últimas décadas ha planeado sistemáticamente ocupar todas las fronteras, ese
asesino, ladrón de las vidas de muchos.
Ya es
suficiente Richard, Guarde ese coraje para el paredón, le va a hacer falta, créame que hasta los más duros claudican ante su postura al encontrarse en el
borde.
Gustav
Gallows, se levantó lentamente de la silla, hizo señas a un guardia para que
abriese la puerta y salio caminando lentamente. Detrás de él la puerta se cerró
pesada. Richard Hub, invadido por un profundo desasosiego, se vio en el fin de
sus días… era cuestión de tiempo para que entrara su ejecutor por esa misma
puerta, un hombre de semblante sombrío le dispararía ahí mismo y todo quedaría
atrás. No habría más honor, ni penas, ni gloria para nadie.
Habrían
pasado no más de cuarenta minutos cuando el ruido de la pesada puerta le hizo
levantar la mirada, Gustav entró en la sala acompañado por dos soldados
carabinero y por aquel hombre alto y calvo, ese tal Howitz, de inteligencia.
El
Coronel Gallows, indicó a los soldados que se llevaran a Hub a una celda de
máxima seguridad y que lo tuviesen listo a las setecientas horas del día
siguiente en el paredón, él mismo oficiaría la ejecución. Mientras los soldados
se llevaban a Richard de la sala, pudo escuchar un poco de lo que Gustav y
Howitz conversaban:
-“Se
lo digo coronel, esto va más profundo de lo que usted cree, permítanos delegar
esto a asuntos internos”.
-“Ni
por un segundo! De esto me estoy ocupando personalmente y mas le vale a su
departamento de Inteligencia enviarme un Informe extendido, completo y el
dossier de ese hombre, mañana por la mañana. O deberán tener que enfrentar una
corte marcial por ocultar información del enemigo a los altos mandos”.
-“Lo
siento Coronel mañana mismo tendrá usted todo lo solicitado, pero sepa usted
que habrá una copia de todo y que asuntos Internos no tardará en echarle mano”.
-“Retírese Howitz, y procure hacer las cosas bien, puedo ser igual de implacable con
quienes se interpongan en mi camino, recuerde que ya no tienen ni al primer
ministro ni a su canciller para protegerlos”.
La
conversación se perdía a medida que los soldados arrastraban a Hub por aquel
pasillo gris.
La
mañana se presento gélida y de aspecto borrascoso. El Coronel Se encontraba en
el patio de armas junto a un pequeño grupo de infantería. Habrá sido por las
pocas horas de sueño, pero cuando Hub paso por al lado suyo, Gallows creyó ver
una sonrisa familiar en su rostro.
Gallows, carraspeo y alzó la voz en el patio.
Preparen!...
Apunten!...
Fuego!...
Un
rugir de los fusiles hizo elevarse por los aires a un pequeño grupo de pájaros
negros que dormitaban sobre una estatua.
El Coronel se dirigió hacia su oficina, recordando la sesión del día anterior con
Richard Hub. Al entrar, se quito el Abrigo y lo colgó junto a la puerta. Se
dirigió a su escritorio y observo un grueso sobre con un estampado rojo que
leía “Confidencial”. Sacó uno de sus cigarrillos del cajón, lo prendió y
lentamente tomo el sobre. Saco los dos fajos de hojas abrochadas de su
interior. Separó el Informe del Atentado, y se enfocó sobre el dossier de Hub.
Sacó la foto abrochada a la primera hoja y la puso cara abajo sobre su
escritorio, no es que le hubiera tomado algo de aprecio, pero entre fusilar a
un cobarde y a un hombre valiente… prefería fusilar un cobarde. Paso la caratula nombre: “Hub Richard”, edad: “treinta años”, altura: “metro setenta y
cinco”, peso: “setenta y siete kilogramos”, origen “República del Este (ver
detalle interno)”.
Veamos
de que se trata esto masculló Gallows. El sujeto Richard Hub, cuyas raíces han
sido rastreadas hasta la edad de un año en la república del Este, no presenta historia médica temprana por parte de sus padres quienes a su vez no comparten
tampoco su sangre. Según los archivos de máxima seguridad de estado, redactados
y aprobados por nuestro primer ministro y su canciller, el señor Hub es
originario de la Nación occidental, como parte del proyecto “Hijo Pródigo”. Dicho
proyecto se centraba en generar un intercambio de sangre con el supuesto fin de
afianzar las relaciones con nuestra nación par, con el pretexto de encaminar
ambas hacia la unificación pacífica. En aquel entonces se gestaba la idea
expansionista de nuestra Nación y para permitir años de posteridad, asegurando
que nuestra preparación militar no sea vista como amenaza por nuestro pares del
este. El primer ministro cerró un tratado con el gobierno oriental y le cedió
un número de niños y niñas recién nacidos para que el gobierno oriental pueda
darlos a familias influyentes de su república. Richard Hub, como su apellido delata,
fue adoptado por la familia Hub, una familia muy influyente a nivel
gubernamental, lamentablemente debido a problemas con grupos extranjeros, la
familia se vio envuelta en problemas con deudas de dinero. Ante esta situación,
ante el temor que sucediese algo al niño, se lo cedieron en custodia a unos
granjeros de la frontera, pensando que así podrían facilitar el paso del niño,
hacia su país originario en caso de que corriese peligro. El proyecto “Hijo
pródigo” abarcó a varias familias notables de nuestra nación, familias
políticas, económicas y militares fueron el seno de este proyecto. Aún hoy,
muchos de nuestros “Hijos Pródigos” son células latentes que responden a
nuestro servicio de Inteligencia. Las verdaderas raíces de Richard Hub residen
en el seno de una familia noble de nuestra nación. Elegida por nuestro primer
ministro, hijo de la esposa de un militar en carrera, Richard Hub fue extraído del seno materno y dado por muerto a sus familiares quienes solo pudieron
retener a la niña, producto de ese mismo parto. Desafortunadamente la madre no
sobrevivió al alumbramiento. Lamentablemente, y a diferencia con otros sujetos
del proyecto, se perdió todo contacto con Richard Hub cuando lo escondieron en
la frontera. Esto hizo imposible su adoctrinamiento en edades tempranas lo que
llevó a que creciese considerándose un ciudadano normal, de raíces comunes. Toda
información aquí cita, debe ser mantenida en extremo secreto so pena de alta
traición.
Gracias
a estos “presentes” enviados pro el primer ministro, provenientes de grandes
familias de nuestra nación, el proyecto “Hijo Pródigo” generó un falso vínculo
de pertenencia y hermandad entre las naciones. Lo que nos puso en lugar de
ventaja a la hora de armar y equipar una ofensiva que tardaría décadas de arduo trabajo en gestarse y realizarse…
…El
informe continuaba a través de sus largas hojas, identificando datos y
paraderos de otros “Hijos Pródigos”.
Las
manos temblando del Coronel dejaron caer los papeles que se desparramaron
sobre su escritorio. La imagen de Richard sonriendo frente a su rostro al ir
camino al paredón, se confundió con la sonrisa de su difunta hija. Sin siquiera
percatarse de ello, las lágrimas corrían por sus mejillas. Una voz hacía eco en
su mente “…Usted no es mejor que su primer ministro, Gustav! …”; “…Tarde o
temprano Gustav, tarde o temprano usted se descubrirá víctima de todo lo que ha
perseguido…”.
(Todas las obras publicadas son de distribución gratuita, prohibida su modificación total o parcial sin autorización de la autoría correspondiente)
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