martes, 29 de octubre de 2013

Pródigo

Obra: "Pródigo"
Autor: ...:::Angel Of Sorrow:::...

La luz de la sala era tenue,  una vieja lámpara colgante, supongo que estos soldados no se preocupan por los detalles decorativos, pensaba Richard Hub mientras permanecía atado a una silla. El Coronel Gallows le impartió una terrible bofetada de revés haciendo sangrar sus labios nuevamente, ¿Dónde está el resto de tu equipo? Pregunto con voz grave y serena. Richard, lo observó un instante, como si lo midiera para propinarle un puñetazo, finalmente dijo, no sé de lo que habla usted coronel.
la sala era relativamente pequeña y solamente se encontraban en ella la silla en el medio, a la que Hub se encontraba atado, el Coronel y dos guardias armados con fusiles en la puerta. Otro golpe impacto en su mejilla derecha, Creo que le hice una pregunta señor Hub, replicó la grande y sombría figura del viejo coronel  Enderezando su cuello, Richard contestó: ni siquiera sé porqué estoy aquí. El coronel dejo escapar una pequeña risa de sorpresa y luego caminando lentamente se paro tras Hub que permanecía atado, “Señor Hub, cree usted por un solo instante que no advertimos su ingreso al país con documentación falsificada?; piensa usted por un momento que nuestras filas son tan, como decirlo, Ineficientes… como para que usted pueda alistarse sin que nadie conozca su procedencia?. Vamos señor Hub, denos algo de crédito, después de todo lo atrapamos, no es cierto?”.
Coronel, dijo Hub, Hagamos esto más sencillo, ponga una bala en mi frente y terminemos con esto, no puedo decirle lo que no sé. El coronel largo una profunda carcajada, “Oh no señor Hub, eso no va a suceder… al menos no por ahora”, dijo y se acariciaba el mentón pensativo.
Además, continuó, un espía y traidor como usted no merece el beneficio de una muerte “sencilla”, no después de lo que ha hecho. ¿Y qué es lo que precisamente he hecho coronel? Dijo Hub, sereno, si es que puede usted decírmelo  por lo menos así sabre porque voy a morir hoy aquí.
Bueno, contestó el coronel  ya que insiste usted en desconocer sus hechos, voy a decirle brevemente porque usted está aquí…y porqué no va a volver a ver la luz del día. Para empezar, es usted un espía de nuestro ejército enemigo, motivo más que suficiente como para retenerlo, luego, fue usted quien dispusiera el artificio explosivo en la embajada que acabaría con nuestro primer ministro y su esposa. Eso sin mencionar que hubo bajas civiles como efecto de la explosión.
Muy bien dijo Hub con aire flemático, no voy a negarlo, si eso le satisface, además ya estoy cansado de resistir. Soy un enviado para sembrar el caos a su gobierno tirano que arrasó la frontera asesinado a todo aquel que se cruzara en su camino, poblados enteros reducidos a escombros…mujeres y niños por igual. ¿Le parece poco noble de mi parte Coronel Gallows?, le conozco bien, es usted un maldito sin sangre en las venas… le he estudiado a usted y a su ejercito de bestias antes de venir aquí. Siempre supe a lo que me enfrentaba.
Venganza señor Hub, ¿es ese su motivo?, ¿algo tan pueril y poco trascendente como la venganza?, me sorprende que alguien de sus cualidades y gran formación académica y militar sea llevado al cautiverio pro semejante sencillez.
Y ¿qué es lo que hoy lo impulsa a usted a retenerme aquí y no haberme ejecutado en el acto?, dígame usted, coronel.
Mensaje. La oportunidad de poder enviar un mensaje a nuestro adversario. Algo por demás penetrante en los corazones de los suyos, señor Hub. Tiene usted que entender que una guerra no se gana solamente con munición, existe también un arma que penetra directamente en las voluntades de los hombres sembrando el miedo. Se trata de los mensajes, Hub, aquellos que demuestran poderío e inmutabilidad, que entregan la sensación de estar enfrentándose a algo realmente imparable e imponente.
Pierde usted el tiempo Coronel  nadie hará caso a sus mensajes, nos subestima realmente. Además ya tiene usted lo que quería, le he dicho que fui yo quien activo ase bomba.
No tan rápido, Hub, hay mas de usted y de su “nación” que pretendo averiguar. Para empezar su foja de datos esta bastante incompleta  lo cual nos limita un poco el conocimiento sobre su gente y para serle honesto aún no hemos llegado a lo más entretenido de nuestra charla.
Richard Hub levantó su mirada hacia los ojos fríos del Coronel Gallows, sonrió con sorna y dijo, “Y piensa usted que a mi me encantará compartir una charla de té junto a usted?”, “Porque no manda a traer las galletas y se usted tomando asiento?”.
El coronel frunció el ceño y descargo un puñetazo seco a la mandíbula de Hub. “No me presione Hub, aquí adentro no hay tratados internacionales que lo protejan de nada, solo se hace mi voluntad. Le recomiendo que piense usted en ser un poco más, como decirlo, “complaciente” al respecto. Se evitará usted unas cuantas sorpresas poco agradables”.
Hub alzo nuevamente su mirada, Disculpe usted coronel, es que desde hace un largo rato no logro distinguir entre sus puños y su lengua. Ambos suenan igual de convincentes e inútiles para mí.
El coronel Inspiró lentamente, un semblante calmo se apoderó de su rostro. ¿Realmente esta usted buscando que lo mate a puñetazos, cierto?, eso no va a suceder Richard, seré viejo pero no soy estúpido… quizás algo impulsivo, pero no lo suficiente como para seguir sus juegos.
El coronel se dirigió a uno de sus guardias y pidió una silla, sin voltearse hacia Hub, le dijo, ahora que nos serenamos un poco, Richard, que tal si usted y yo tenemos digamos…lo que queda de esta charla, de una manera mucho más amena.
Hub, dejo escapar un breve suspiro, y se dirigió a Gallows, Bien Coronel  veamos que es lo que pretende, supongo que no tengo demasiadas alternativas.
Bien, bien, Richard, va a usted entendiendo de que se trata todo esto… creo que ya no hará falta que lo golpee otra vez. Aunque no puedo prometerle nada. El coronel lo miraba fijamente con cierto aire de satisfacción en sus comisuras.
Si usted me va a llamar por mi nombre de pila, supongo que usted puede decirme el suyo. Se dirigió Richard Hub al Coronel Gallows.
Cómo usted quiera Richard, creo que puedo darle ese gusto, ya que no podré convidarle un cigarrillo… a menos que pueda usted fumarlo maniatado. Mi nombre es Gustav, Coronel Gustav Gallows del ejercito del Oeste.
Guárdese los galones para usted Coronel  dijo Richard, En este momento carecen de importancia, lo único que yo puedo ver aquí es que usted está libre Gustav y yo no.
Golpearon la puerta, los guardias abrieron y dejaron entrar a un joven furriel que transportaba una silla.
Déjela aquí, dijo el Coronel  Sí señor, replico el furriel y salió inmediatamente de la habitación. Los guardias cerraron nuevamente la puerta. Gustav Gallows, tomo la silla y se sentó con el respaldo junto a su pecho munido de medallas. Apoyo los brazos en el borde del mismo y se prendió un cigarrillo. Richard Hub observaba con un aire de resignación y tristeza.
Bien Richard, necesito saber más de usted, le recomiendo que sea claro, pues me encuentro cómo en esta posición y no tengo deseos de levantarme y tener que golpearlo repetidas veces. Ahora veamos, empecemos con un poco de rutina… ¿Quienes eran sus padres?, ¿por qué decidió llevar a cabo el atentado?, ¿Cuáles son sus estudios?, ¿Con quienes trabaja?...
Vamos Gustav, no me haga perder el tiempo, pregunte lo que realmente quiere saber. Que yo no tenga más opción que escucharlo no significa que sea placentero jugar a sus juegos de preguntas y respuestas.
Pero Richard, ¿acaso está usted con prisa por ir a algún lado?, yo no lo creo, por qué no se relaja un poco, joven, y coopera un poco más.
Bah, no vamos a llegar a nada así Gustav. Pero bien, ¿quiere usted saber cosas que no le servirán para nada?, con gusto le diré: Mis padres fueron dos granjeros de l borde de la frontera, y sí,  son parte de los territorios arrasados por sus marionetas. Realicé aquél atentado para asesinar al cerdo de su Primer ministro, a él le debía una doble deuda de honor. Soy graduado del departamento de Ingeniería militar y las personas que “trabajan” conmigo, por así decirle, no las conozco.
Bueno Richard, esto se va poniendo interesante, vayamos por orden… dijo usted que tenía una doble deuda de honor?...
Si Gustav, eso dije, supongo que puedo decírselo, no mancillará mi honor hacerlo. Ese Animal que usted llamaba Primer Ministro fue quien dío la orden de avanzar a su ejeército, por consiguiente mis padres y toda la franja del borde del este quedo arrasada. Ese hombre es el responsable de la muerte de mis padres, y de muchos otros padres, hermanos, hijos, hijas. Ese hombre fue quien nos declaró la guerra con fines territoriales. Considere mis actos como una devolución personal y una defensa patriótica.
Alguien golpeó la puerta en ese instante, un hombre calvo y alto, de aspecto sombrío se ingresó en la sala y se acerco al Coronel Gallows. Sin levantar demasiado la voz, le dijo, “Oficial especial de Inteligencia, Maurice Howitz se reporta, Coronel  mañana tendrá un dossier completo del Espía Richard Hub, nuestras fuentes han terminado de recopilar toda la información pertinente y ha sido clasificada como de alto nivel militar. Lo que usted tiene aquí, maniatado y magullado, es una verdadera joyita. Se lo aseguro Coronel  ahora si me disculpa”.
Muy bien Howitz, retírese  esperaré su informe y el dossier mañana por la mañana en mi oficina. Ahora, Richard, volviendo a lo suyo… dónde estábamos… ah, si, su motivación personal contra el Primer Ministro. Bueno quizás le alivie saber que usted consiguió lo que buscaba, pues el primer Ministro, el canciller y sus esposas, realmente quedaron como una marca en nuestra historia. Si me permite usted agregar, Richard, y antes de que usted se digne en sonreír  tenga presente que en aquel atentado usted asesinó a más gente. La explosión produjo bajas civiles de unas quince personas más. Todos jóvenes y adultos, ningún niño, pero si había allí alguien más, alguien muy importante, alguien que no debió usted asesinar.
Gustav, si su ejercito hubiese tenido que seleccionar a aquellos que realmente suponían una amenaza, no hubiesen asesinado a mis ancianos padres. Ni a todos los niños y mujeres que habitaban la zona.
Es verdad Richard, pero eso no va a devolverme a mi Hija. Treinta años de belleza, que se esfumaron por su venganza. Si no lo ejecuto aquí con mis propias manos, es porque usted todavía me és útil  Pero entienda que no hay dolor más grande que perder un hijo y yo he perdido dos. Mi mujer tuvo mellizos, ella y el varón murieron en el alumbramiento, solo quedó mi hija. Lamentablemente para usted, Richard, quien lleva la ventaja soy yo, y estoy de este bando, no del suyo. No hace más legítimo mi dolor, pero me da la posibilidad de asestar los golpes finales y salir victorioso.
Es una manera práctica la suya Gustav, de desligarse del horror que su gente siembra sobre el otro lado de la frontera, una forma burda de legitimar sus aberraciones. Aún así yo mismo me he convertido en un horror y he causado la muerte de gente que podría haber sido la mía, pero la guerra no nos da tregua ni opción. Cuando uno entra en el juego, ya no hay vuelta atrás y solo queda la historia como gran juez del vencido por el vencedor.
Cierto, muy cierto Richard. Es una pena que un hombre como usted estuviese del lado equivocado de la vida. No nos quedan morales que sopesar ni honores, ni motivaciones, ni legitimidades y es un hecho que usted esta allí y yo aquí. Quisiera que retomáramos las preguntas iniciales. Dígame dónde se encuentra el resto de su equipo y con quiénes trabaja.
Ya le he dicho Gustav, no los conozco, de hecho entré solo al país, construí y dispuse el artefacto yo solo. Fue necesario tiempo pues si compraba todos los materiales en una sola vez, levantaría sospechas. Así que muy de a poco fui reuniendo todo lo necesario, realizando trabajos pequeños de inteligencia pude determinar el lugar y la hora. Con respecto a mis compañeros, no los conozco, siempre nos manejamos a través de mensajes cifrados y nunca nos hemos visto los rostros. Cada uno llevaba su propio nombre, yo era el artificiero, quien nos coordinaba era el panóptico, quien entregaba información era el receptor… y así sucesivamente, toda una pequeña organización anónima, preparada para resistir la captura de cualquiera de sus miembros.
Supongamos por un instante que todo esto es cierto Richard, y que nada ganaré con destrozarle lentamente y de a partes muy pequeñas, solo para que me diga todo lo que sabe. Habrá comprendido ya que no soy un hombre que se caracterice por mentir o por hablar demás y que realmente llegaré al fondo de su organización aunque tenga que cazarlos como ciervos. Quizás podría evitar ser tan brutal, pero dada las circunstancias y las personas que se han perdido en el atentado, no me dejan más alternativa.
¿Es por su hija, no Gustav? Le importa un bledo el primer ministro y su canciller. ¿Qué hay del discurso de la venganza?, ¿que hay de los mensajes?, dice que nos va a cazar como ciervos, pero nada tiene que ver con su patria.
Y dígame Richard, ¿acaso usted no ha hecho lo mismo?, ¿sería diferente todo si fuese yo quien estuviese en esa silla, atado como un animal?... claro que no… usted y yo somos de la misma madera. Aunque se llene usted la boca hablando de patriotismo, no puede evitar sentir que todo esto es porque le han arrebatado lo único que usted tenía.
Sí, y es lo mismo para usted Gustav! Ojalá la amargura que me carcome a mí, se lo lleve a usted al mismísimo infierno. Tarde o temprano Gustav, tarde o temprano usted se descubrirá víctima de todo lo que ha perseguido.
No creo que esté usted en posición de amenazar Richard, además, no hay nada que usted pueda decir que me haga abandonar mis deseos de aplastarlos como insectos.
Usted no es mejor que su primer ministro, Gustav! Ese perro maldito que en las últimas décadas ha planeado sistemáticamente ocupar todas las fronteras, ese asesino, ladrón de las vidas de muchos.
Ya es suficiente Richard, Guarde ese coraje para el paredón, le va a hacer falta, créame que hasta los más duros claudican ante su postura al encontrarse en el borde.
Gustav Gallows, se levantó lentamente de la silla, hizo señas a un guardia para que abriese la puerta y salio caminando lentamente. Detrás de él la puerta se cerró pesada. Richard Hub, invadido por un profundo desasosiego, se vio en el fin de sus días… era cuestión de tiempo para que entrara su ejecutor por esa misma puerta, un hombre de semblante sombrío le dispararía ahí mismo y todo quedaría atrás. No habría más honor, ni penas, ni gloria para nadie.
Habrían pasado no más de cuarenta minutos cuando el ruido de la pesada puerta le hizo levantar la mirada, Gustav entró en la sala acompañado por dos soldados carabinero y por aquel hombre alto y calvo, ese tal Howitz, de inteligencia.
El Coronel Gallows, indicó a los soldados que se llevaran a Hub a una celda de máxima seguridad y que lo tuviesen listo a las setecientas horas del día siguiente en el paredón, él mismo oficiaría la ejecución. Mientras los soldados se llevaban a Richard de la sala, pudo escuchar un poco de lo que Gustav y Howitz conversaban:
-“Se lo digo coronel, esto va más profundo de lo que usted cree, permítanos delegar esto a asuntos internos”.
-“Ni por un segundo! De esto me estoy ocupando personalmente y mas le vale a su departamento de Inteligencia enviarme un Informe extendido, completo y el dossier de ese hombre, mañana por la mañana. O deberán tener que enfrentar una corte marcial por ocultar información del enemigo a los altos mandos”.
-“Lo siento Coronel  mañana mismo tendrá usted todo lo solicitado, pero sepa usted que habrá una copia de todo y que asuntos Internos no tardará en echarle mano”.
-“Retírese Howitz, y procure hacer las cosas bien, puedo ser igual de implacable con quienes se interpongan en mi camino, recuerde que ya no tienen ni al primer ministro ni a su canciller para protegerlos”.
La conversación se perdía a medida que los soldados arrastraban a Hub por aquel pasillo gris.
La mañana se presento gélida y de aspecto borrascoso. El Coronel Se encontraba en el patio de armas junto a un pequeño grupo de infantería. Habrá sido por las pocas horas de sueño, pero cuando Hub paso por al lado suyo, Gallows creyó ver una sonrisa familiar en su rostro.
Gallows, carraspeo y alzó la voz en el patio.
 Preparen!...
 Apunten!...
 Fuego!...
Un rugir de los fusiles hizo elevarse por los aires a un pequeño grupo de pájaros negros que dormitaban sobre una estatua.
El Coronel se dirigió hacia su oficina, recordando la sesión del día anterior con Richard Hub. Al entrar, se quito el Abrigo y lo colgó junto a la puerta. Se dirigió a su escritorio y observo un grueso sobre con un estampado rojo que leía “Confidencial”. Sacó uno de sus cigarrillos del cajón, lo prendió y lentamente tomo el sobre. Saco los dos fajos de hojas abrochadas de su interior. Separó el Informe del Atentado, y se enfocó sobre el dossier de Hub. Sacó la foto abrochada a la primera hoja y la puso cara abajo sobre su escritorio, no es que le hubiera tomado algo de aprecio, pero entre fusilar a un cobarde y a un hombre valiente… prefería fusilar un cobarde. Paso la caratula  nombre: “Hub Richard”, edad: “treinta años”, altura: “metro setenta y cinco”, peso: “setenta y siete kilogramos”, origen “República del Este (ver detalle interno)”.
Veamos de que se trata esto masculló Gallows. El sujeto Richard Hub, cuyas raíces han sido rastreadas hasta la edad de un año en la república del Este, no presenta historia médica temprana por parte de sus padres quienes a su vez no comparten tampoco su sangre. Según los archivos de máxima seguridad de estado, redactados y aprobados por nuestro primer ministro y su canciller, el señor Hub es originario de la Nación occidental, como parte del proyecto “Hijo Pródigo”. Dicho proyecto se centraba en generar un intercambio de sangre con el supuesto fin de afianzar las relaciones con nuestra nación par, con el pretexto de encaminar ambas hacia la unificación pacífica. En aquel entonces se gestaba la idea expansionista de nuestra Nación y para permitir años de posteridad, asegurando que nuestra preparación militar no sea vista como amenaza por nuestro pares del este. El primer ministro cerró un tratado con el gobierno oriental y le cedió un número de niños y niñas recién nacidos para que el gobierno oriental pueda darlos a familias influyentes de su república. Richard Hub, como su apellido delata, fue adoptado por la familia Hub, una familia muy influyente a nivel gubernamental, lamentablemente debido a problemas con grupos extranjeros, la familia se vio envuelta en problemas con deudas de dinero. Ante esta situación, ante el temor que sucediese algo al niño, se lo cedieron en custodia a unos granjeros de la frontera, pensando que así podrían facilitar el paso del niño, hacia su país originario en caso de que corriese peligro. El proyecto “Hijo pródigo” abarcó a varias familias notables de nuestra nación, familias políticas, económicas y militares fueron el seno de este proyecto. Aún hoy, muchos de nuestros “Hijos Pródigos” son células latentes que responden a nuestro servicio de Inteligencia. Las verdaderas raíces de Richard Hub residen en el seno de una familia noble de nuestra nación. Elegida por nuestro primer ministro, hijo de la esposa de un militar en carrera, Richard Hub fue extraído del seno materno y dado por muerto a sus familiares quienes solo pudieron retener a la niña, producto de ese mismo parto. Desafortunadamente la madre no sobrevivió al alumbramiento. Lamentablemente, y a diferencia con otros sujetos del proyecto, se perdió todo contacto con Richard Hub cuando lo escondieron en la frontera. Esto hizo imposible su adoctrinamiento en edades tempranas lo que llevó a que creciese considerándose un ciudadano normal, de raíces comunes. Toda información aquí cita, debe ser mantenida en extremo secreto so pena de alta traición.
Gracias a estos “presentes” enviados pro el primer ministro, provenientes de grandes familias de nuestra nación, el proyecto “Hijo Pródigo” generó un falso vínculo de pertenencia y hermandad entre las naciones. Lo que nos puso en lugar de ventaja a la hora de armar y equipar una ofensiva que tardaría décadas de arduo trabajo en gestarse y realizarse…
…El informe continuaba a través de sus largas hojas, identificando datos y paraderos de otros “Hijos Pródigos”.

Las manos temblando del Coronel  dejaron caer los papeles que se desparramaron sobre su escritorio. La imagen de Richard sonriendo frente a su rostro al ir camino al paredón, se confundió con la sonrisa de su difunta hija. Sin siquiera percatarse de ello, las lágrimas corrían por sus mejillas. Una voz hacía eco en su mente “…Usted no es mejor que su primer ministro, Gustav! …”; “…Tarde o temprano Gustav, tarde o temprano usted se descubrirá víctima de todo lo que ha perseguido…”. 

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